La revolución no existe en León. Por lo menos no la que yo esperaba encontrar. Además de los murales y los monumentos, el último vestigio es el Museo delos Mártires, llevado por antiguos guerrilleros. Ahora su principal preocupación no es la ocupación de tierras, la presión yanqui o la familia Somoza; si no como sobrevivir a los cortes de luz, la subida de precios y la impopularidad que Ortega trae al Sandinismo.
Se presentan como los últimos guerrilleros del FSLN, pero el guía del museo me recuerda a un profesor de escuelita de pueblo. Se ha aprendido la lección de memoria y explica su vida como si fuera una grabación. Cuando pregunto responde mecánicamente, casi sin escuchar y sigue con su lección magistral sobre física quántia para principiantes.
Me reconcilié con los sandinistas en Estelí. La diferencia fue que eran hijos de guerrilleros y ellos, a su manera, siguen luchando por una Nicaragua más justa. La Casa de la Cultura de Estelí acoge las asociaciones del pueblo. La Red de Jóvenes Sandinistas es una de ellas y están dispuestos a informar a cualquier chela curiosa que aparezca por la puerta. Trabajan cuestiones de género, ETS, integración social y artesanía.
Uno de sus proyectos son las clases de alfabetización que realizan en la cárcel. Cada día Cristian y Julio se acercan al penal, donde una treintena de presos les esperan con los deberes hechos. Los alumnos son de lo más variado: jóvenes impúberes con tatuajes, rudos narcos, campesinos...
Mi entrada en la prisión fue recibida con sorpresa e incredulidad. A los guardas les costó creer que era la profesora ayudante, teniendo en cuenta que no habían recibido níngún aviso de la alcaldía. Tras dejar todas mis pertenencias en la garita (cámara de fotos incluida), nos dirigimos a la bilbioteca. Ante la mirada atenta de los presos, Julio les explicaba mi presencia en la clase e invitaba a todos a que se presentasen. A simple vista, y según su versión, todos son inocentes. Fueron amables conmigo, me regalaron pulseras y collares y leyeron sus poesías (deporte nacional en Nicaragua).
A la salida, Julio me detalla cómo aquel señor callado de la segunda fila cumplía 30 años por el asesinato de su esposa y sus cuatro hijos. O la historia del joven que atracó un banco con un machete y ante el escaso botín, se llevó la mano de un empleado como prenda.
Tras mi experiencia carcelaria fui invitada al programa de radio que realizan los chicos cada jueves. En un cuartito de 5m2 repasan la actualidad local, ponen música, recogen llamadas y envían saludos. E incluso, cuando se presenta la ocasión, entrevistan a chelitas de paso por Estelí.
Puede que los guerrilleros no me emocionaran pero sus hijos siguen creyendo que otro mundo es posible.
Seguiremos informando...
PD: Los mosquitos se pasan la vitamina B y el repelente por las alas... soy su cena favorita!
PD2: Tengo una pendejada de conexión y no puedo subir más fotos... me he tirado una hora para publicar el post!
2 comentarios:
Ya tienes experiencia en todo..casi. Lo de la cárcel, creo que lo tendrás que ampliar "in person" estilo "Prision Break"..ya me lo estoy imaginando.
¡Cuidate!
También estoy deacuerdo en que el capítulo de la prisión es curioso. Sólo tú haces estas cosas!!
Besos!!
Jaja!mosquitos...si tienen que ser helicópteros!
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