martes, 9 de junio de 2009

No quiero dar lecciones

Estoy agotada… Tras dos semanas de inmersión en los campos, recoger testimonios, fotos, videos, conversaciones, debates, risas… Ahora me queda la parte de procesamiento de datos y no sólo datos materiales. Asimilar todas las historias, denuncias, peticiones y entender el entorno y la realidad en la que viven los refugiados y desplazados no siempre es fácil. Hay mil conversaciones y comentarios que todavía retumban en mi cabeza.

He tenido la oportunidad de hablar con profesores de las escuelas, alumnos, grupos de mujeres, líderes tradicionales… A veces me he encontrado con las respuestas que los humanitarios quieren oir. Esta gente no es tonta y sabe perfectamente la razón por la que estamos aquí, lo que nos gusta a los occidentales y lo que no, cómo influir en nuestro sentimiento de culpa y hasta donde pueden presionar.



Hablando con las mujeres sobre los problemas diarios que tienen, me quise interesar por la mutilación genital femenina. Agárrense los pantalones… porque hay estudios que sugieren que hasta un 80% de las mujeres en este del Chad (lo que incluye a refugiadas, desplazadas y población local) han sufrido algún tipo de mutilación. Hay cuatro grados de mutilación genital femenina (podría hacer un post sólo con esto)… pues un 80% en mayor o menor medida está mutilada. Pregunté a varios grupos de mujeres y todas, tajantemente y sin ninguna duda, me decían que ya no mutilaban a las niñas. “Llegaron las ONG y nos dijeron que era malo, así que hemos dejado de hacerlo”. Así sin más? Lo siento pero no os creo, les contestaba yo. Y ellas se reían, sorprendidas por mi falta de tacto pero sin confirmar mis sospechas.

Quien si confirmó mis sospecha fue una doctora del centro de salud, encargada de maternidad y salud femenina. Me explicaba que justo ahora, antes de las lluvias, se producen la mayor parte de las mutilaciones. Llegan pocas niñas, pero las que llegan son casos extremos. Saben que las organizaciones están en contra y que intentan convencer a las familias para que terminen con la práctica, así que intentan esconderlo al máximo. Hace unos años, incluso mutilaban a las niñas en una “ceremonia pública”.

Otras mujeres me comentaban, también entre risas, que si no acceden a las peticiones sexuales de sus maridos, éstos les pegan. El problema, para ellas, no es que les peguen, si no que al día siguiente todo el vecindario sabe que les han pegado porque no querían mantener relaciones sexuales.




Se me hace muy difícil plantarme ante estas mujeres y darles un sermón sobre sus derechos, lo que merecen como mujeres y lo mucho que deben luchar para cambiar la realidad en la que están inmersas. No es mi función. Son ellas quienes deben levantarse y decir basta. A veces lo hacen, no tan a menudo como a las occidentales nos gustaría, pero hay algunos casos… como la mujer que llevó a su hija de 14 meses a la sede de una ONG porque la familia quería mutilarla, o la niña que se negó a que su familia la casara con un hombre que le triplicaba la edad. El problema es que los planes no siempre salen bien… y la niña recibió una paliza que la llevó hasta el hospital regional.

Debo decir que la niña de 14 meses ya tiene casi 3 años y sigue intacta. Con un poco de suerte, cuando sea mayor, el que no esté mutilada no será un impedimento para que se case.

Seguiremos informando…

2 comentarios:

Javier dijo...

¡Hola!

Soy Javier (¿te acuerdas? El del Tempus. Carmen y yo todavía nos reímos del par de días en Oporto). Carmen me pasó hace meses la dirección del blog y hace meses que lo leo.

¡Eres muy valiente! Yo no me vería con fuerzas de hacer lo que estás haciendo.

Espero que sigas escribiendo en los tiempos libres. Yo te seguiré leyendo.

Javier

Subcomandante Cinta dijo...

Hola Javier! Que sorpresa! Sabes que nunca recibí la famosa postal que me autoenvié con la broma de las torres?

Gracias por tus ánimos! Dale recuerdos a Carmen también!

Besos