Ayer quedé para comer con una antigua compañera de trabajo. Estaba con ella y en el mismo restaurante en el que quedamos ayer cuando me anunciaron que me iba un año a Chad. ¡Ya ha pasado un año!
Intento mirar atrás y me parece que ha pasado muy rápido; aunque cuando me paro a analizar todo lo que he vivido, me cuesta creer que fuera únicamente un año.
Yo tengo muy claro que nunca olvidaré las conspiraciones rebeldes, los encontronazos con las embajadas y ministerios, las conversaciones chadianas, los saludos interminables, el ritmo africano, los sms sorpresa, los mails de actualización, el apoyo de mi familia, los ánimos de mis amigos, las lecciones aprendidas de mis jefes, la vida con y sin Gi-Joe, las risas con Susana, las confesiones con Isabelle, la ironía con Alberto, las contra-petrisses con François, los gin-tonics con Pauline, las siete vidas de Marianne, los modelitos de los Beckham, las conversaciones interminables con Thomas, bailar descalza en MSF y Solidarité, la danza del vientre con Maroa, las gominolas con Jêrome, la música de mis chófers, el arroz de Mama Rachel, los cafés de Xavier, la sabiduría de Abakar, la alegría de Cristina, las acogidas del CICR, el surrealismo de Pablo, el reino de Kou Kou, las sonrisas de Djabal, la inmensidad del desierto…
No sé si es el final o sólo el principio… el tiempo lo dirá…
Seguiremos informando
PD: De momento estaremos de aventuras por el Sur.